27 de mayo de 2023

ESTILOS DE CRIANZA Y PREVENCIÓN DE VIOLENCIA EN NIÑOS.PONENCIA PARA EL CONGRESO DE CONAPEME ,28 DE OCTUBRE DE 2021. DRA.NORMA RASSO S. ACPEINAC UPN

 


 

El primer núcleo social en el cual el niño aprende a relacionarse , como sabemos, es la familia, los padres socializan con los niños, mediante estilos y prácticas de crianza , comunican la actitud hacia el niño, así como lo que piensan acerca de la formación de sus hijos, las investigaciones realizadas por Sandoval Martínez & otros, en Guadalajara ,  2018, muestran la efectividad de comportamientos específicos , así como la influencia que tienen en el niño, las prácticas inadecuadas, lo que se va a relacionar con problemas de conducta , y puede ser un factor de riesgo para predecir una conducta antisocial, violencia y delincuencia, más adelante.

La forma en cómo se da esta crianza, puede, por el contrario, llegar a favorecer relaciones sanas entre los niños y sus padres, y puede prevenir el maltrato infantil.

Podemos ver, que existe un ciclo de violencia intergeneracional, para poder prevenir esto en los jóvenes, las estrategias de prevención de la violencia se focalizan en víctimas y victimarios, a veces sin considerar la importancia de intervenir en edades tempranas y en el contexto familiar.  A partir de la pandemia, los índices de violencia familiar, maltrato infantil, así como abuso sexual se incrementaron, esto afecta el bienestar y la seguridad de los niños y jóvenes, y obstaculiza su desarrollo emocional.

En el caso del maltrato infantil se ha visto que estas situaciones, altamente estresantes, llegan a ser traumáticas y son precursores del desarrollo de trastornos psiquiátricos en la adultez. Podemos visibilizar estas conductas de maltrato infantil, que se encuentran tras determinadas prácticas de crianza, y sus consecuencias psicopatológicas, permitirá abordar la problemática, atendiendo a sus singularidades e importancia fundamental para el desarrollo de niños sanos.

Uno de los estilos de crianza no favorecedores es el uso de la violencia física, como forma de educación de los niños, que suele ser una práctica común todavía. La violencia de acuerdo con (Olivo y Gutiérrez, 2007) se entiende como la interacción entre la agresividad natural presente en los humanos, y la cultura que le rodea, moldeando, y que es transmitida, aprendida e influida por la cultura. Esta violencia está fuertemente ligada al poder y a la autoridad. En este sentido en las relaciones filio-parentales, el castigo prevalece en los ´padres, como forma de autoridad, ante los hijos. En el derecho grecorromano, y en algunas comunidades de nuestro país, los hijos eran considerados como una propiedad privada del padre, por lo que este tenía derecho a explotarlos, maltratarlos, venderlos, e incluso matarlos. En la actualidad, esto se ha modificado, ahora se habla de responsabilidad parental, de los derechos de los niños a ser escuchados, pero estos cambios no se ven reflejados en la vida cotidiana del niño.

Por otra parte, la violencia familiar, se puede dar, aunque no vivan en la misma casa, ya que lo que la define es el tipo de relación que existe entre el agresor y el agredido, generalmente se da entre el hombre y la mujer, y ambos sobre los hijos. Esta violencia la pueden ejercer con golpes, quemaduras de cigarros, o la violencia psicológica que puede ser el amedrentar, generar inseguridad e inducir a la víctima a una situación de sumisión. Negarle dinero para el transporte, necesidades básicas o problemas de salud. La violencia emocional y la negligencia, llega a tener grandes repercusiones en el abuso familiar, y algunos padres, aún consideran que la violencia física hacia los hijos es importante para conservar la disciplina, y así educar “bien” a sus hijos.

La infancia es una etapa fundamental en el desarrollo del niño, y este maltrato infantil, dan lugar a alteraciones que sufre el niño en el sistema nervioso central, así como trastornos psiquiátricos en el adulto, como el trastorno por estrés postraumático, y la depresión.

En 1985 Finkhelor David, a partir de una investigación describió que el 27% de las mujeres habías sido víctimas de abuso sexual durante la infancia y el 16% de los hombres, y por una persona cercana o conocida.

Cómo romper con ese círculo de violencia intergeneracional.

Es importante identificar los factores de riesgo que están asociados con la delincuencia juvenil.

Estos factores de riesgo de violencia a los que están expuestos los niños y jóvenes, se pueden identificar en tres categorías, que los hacen más propensos a involucrarse en la violencia son: los factores individuales, como los traumas y abusos infantiles de violencia, el uso y abuso de drogas como el alcohol, la edad y género.

Están también los factores familiares como el venir de una familia disfuncional, o deteriorada, con crianza punitiva, haber estado expuestos a comportamientos violentos dentro de la familia que pueden incidir en la reproducción de violencia de una generación a otra, y

Factores comunitarios y sociales, como vivir en zonas de alto riesgo, o violentas, estar expuesto a la presencia de grupos delincuenciales, por falta de oportunidades económicas, pero con un programa de intervención en los padres se pueden generar cambios en el comportamiento de los hijos.

Existen también factores dinámicos como el abuso de drogas, que puede ser susceptible al cambio.

Los jóvenes conforman un grupo de riesgo, ya que se encuentran en una etapa de desarrollo donde sufren cambios físicos y emocionales, y están en búsqueda de su propia identidad y, por lo tanto, pueden replicar este comportamiento violento que han aprendido dentro del ámbito familiar.

En el caso de las mujeres, éstas en la adultez tienden a ser víctimas de violencia. El 48% de las mujeres que fueron víctimas de violencia en su niñez, o fueron golpeadas, sufrieron violencia sexual en la adultez. 29% de las que vieron a su madre ser golpeada durante su niñez, por su pareja, sufrieron violencia física en la adultez, y 66% de aquellas que fueron humilladas, o insultadas en casa constantemente cuando eran niñas, sufrieron de violencia sexual en su adultez, y solo el 13% de estas no sufrieron violencia en la adultez.

La violencia entre pareja, está asociada a una variedad de problemas de salud mental y da resultados negativos en los niños, y durante su adolescencia causan ansiedad, depresión y estrés postraumático.

En cuanto a la deserción escolar las consecuencias de la violencia doméstica, él, los hijos de estas mujeres víctimas de la violencia es cuatro veces mayor que aquellas que no son víctimas de violencia en el hogar. Es así que la deserción escolar es otra consecuencia de la violencia doméstica.

La teoría del aprendizaje social nos dice que los niños imitan comportamientos y actitudes de otras personas, por otra parte, la teoría del apego, explica que la relación inicial de los niños con su cuidador moldea a sus futuros apegos y relaciones. Existen también los factores de riesgo que pueden aumentar la propensión a la violencia. Las historias de violencia de pareja, como ya mencioné, predice esa misma violencia en los hijos posteriormente.

En el último año, con la emergencia por pandemia del covid 19, que ha tenido repercusiones económicas y de salud pública, aumentaron los niveles de violencia familiar. De acuerdo con la ONU, se calcula que las llamadas de emergencia sobre este tema aumentaron en un 50% durante la pandemia en donde una de cada tres mujeres es víctima de violencia por su pareja en América Latina, y de acuerdo con UNICEF, 1 de cada 2 menores de 15 años es sometido a castigo corporal en el hogar.

La mayoría de los padres violentos fueron a su vez, niños maltratados, por ello es muy importante contar con una estrategia de intervención, que priorice la atención a menores que provienen de familias violentas, para poder actuar desde edades tempranas, lo cual es clave para romper el ciclo de violencia.

Además de trabajar con las familias, la escuela se vuelve un ámbito de suma importancia , para la intervención y prevención de la violencia en edad temprana , a través de impartir a los niños programas especializados con base en terapias cognitivo conductuales , y adaptados al curriculum escolar , para lograrlo este programa de Cure Violence, que se implementó en México como un programa piloto, junto con la organización social cauce ciudadano , tuvo la variante de este modelo fue  incluir  , además de los interruptores de violencia a los facilitadores comunitarios a cargo de orientar a la comunidad sobre el acceso a servicios, programas sociales, educativos, de salud, y de atención a víctimas , sobre todo en casos de violencia intrafamiliar. Como resultado de esta intervención, en el 64% de los casos intervenidos se logró sostener el resultado, y modificar la conducta violenta permanentemente.

Finalmente podemos ver que estos programas tienen un efecto muy positivo en las prácticas parentales reduciendo los castigos y reforzando prácticas positivas, al orientar a los padres sobre el tipo de relación que establecen con sus hijos

Lo ideal sería que pudieran entrar a psicoterapia, sin embargo, mucha gente no cuenta con los recursos económicos para ello, por lo que estos programas pueden ayudar a la comunidad, muchas gracias.

 

Bibliografía:

   Finkelerican Legislation .International Journal of Law,Policy and the Family ,30(3),274-291.

Jiménez-Bautista.F(2012). Conocer para comprender la violencia: origen, causas y realidad. Convergencia.19(58), 13-52.

Hor, D, HotalingG, Lewis I, Smith C. (1990) Sexual abuse in a national survey of adult men and women. Child Abuse Neglect,14,19-28.

Herrera, M.& Lathrop, F. (2016) Parental Responsibility: A Comparative Study of Latin Am