El
primer núcleo social en el cual el niño aprende a relacionarse , como sabemos,
es la familia, los padres socializan con los niños, mediante estilos y
prácticas de crianza , comunican la actitud hacia el niño, así como lo que
piensan acerca de la formación de sus hijos, las investigaciones realizadas por
Sandoval Martínez & otros, en Guadalajara ,
2018, muestran la efectividad de comportamientos específicos , así como
la influencia que tienen en el niño, las prácticas inadecuadas, lo que se va a
relacionar con problemas de conducta , y puede ser un factor de riesgo para
predecir una conducta antisocial, violencia y delincuencia, más adelante.
La
forma en cómo se da esta crianza, puede, por el contrario, llegar a favorecer
relaciones sanas entre los niños y sus padres, y puede prevenir el maltrato
infantil.
Podemos
ver, que existe un ciclo de violencia intergeneracional, para poder prevenir
esto en los jóvenes, las estrategias de prevención de la violencia se focalizan
en víctimas y victimarios, a veces sin considerar la importancia de intervenir
en edades tempranas y en el contexto familiar.
A partir de la pandemia, los índices de violencia familiar, maltrato
infantil, así como abuso sexual se incrementaron, esto afecta el bienestar y la
seguridad de los niños y jóvenes, y obstaculiza su desarrollo emocional.
En
el caso del maltrato infantil se ha visto que estas situaciones, altamente
estresantes, llegan a ser traumáticas y son precursores del desarrollo de
trastornos psiquiátricos en la adultez. Podemos visibilizar estas conductas de
maltrato infantil, que se encuentran tras determinadas prácticas de crianza, y
sus consecuencias psicopatológicas, permitirá abordar la problemática,
atendiendo a sus singularidades e importancia fundamental para el desarrollo de
niños sanos.
Uno
de los estilos de crianza no favorecedores es el uso de la violencia física, como
forma de educación de los niños, que suele ser una práctica común todavía. La
violencia de acuerdo con (Olivo y Gutiérrez, 2007) se entiende como la
interacción entre la agresividad natural presente en los humanos, y la cultura
que le rodea, moldeando, y que es transmitida, aprendida e influida por la
cultura. Esta violencia está fuertemente ligada al poder y a la autoridad. En
este sentido en las relaciones filio-parentales, el castigo prevalece en los
´padres, como forma de autoridad, ante los hijos. En el derecho grecorromano, y
en algunas comunidades de nuestro país, los hijos eran considerados como una
propiedad privada del padre, por lo que este tenía derecho a explotarlos,
maltratarlos, venderlos, e incluso matarlos. En la actualidad, esto se ha modificado,
ahora se habla de responsabilidad parental, de los derechos de los niños a ser
escuchados, pero estos cambios no se ven reflejados en la vida cotidiana del
niño.
Por
otra parte, la violencia familiar, se puede dar, aunque no vivan en la misma
casa, ya que lo que la define es el tipo de relación que existe entre el
agresor y el agredido, generalmente se da entre el hombre y la mujer, y ambos
sobre los hijos. Esta violencia la pueden ejercer con golpes, quemaduras de
cigarros, o la violencia psicológica que puede ser el amedrentar, generar
inseguridad e inducir a la víctima a una situación de sumisión. Negarle dinero
para el transporte, necesidades básicas o problemas de salud. La violencia
emocional y la negligencia, llega a tener grandes repercusiones en el abuso
familiar, y algunos padres, aún consideran que la violencia física hacia los
hijos es importante para conservar la disciplina, y así educar “bien” a sus
hijos.
La
infancia es una etapa fundamental en el desarrollo del niño, y este maltrato
infantil, dan lugar a alteraciones que sufre el niño en el sistema nervioso
central, así como trastornos psiquiátricos en el adulto, como el trastorno por
estrés postraumático, y la depresión.
En
1985 Finkhelor David, a partir de una investigación describió que el 27% de las
mujeres habías sido víctimas de abuso sexual durante la infancia y el 16% de
los hombres, y por una persona cercana o conocida.
Cómo
romper con ese círculo de violencia intergeneracional.
Es
importante identificar los factores de riesgo que están asociados con la
delincuencia juvenil.
Estos
factores de riesgo de violencia a los que están expuestos los niños y jóvenes,
se pueden identificar en tres categorías, que los hacen más propensos a
involucrarse en la violencia son: los factores individuales, como los traumas y
abusos infantiles de violencia, el uso y abuso de drogas como el alcohol, la
edad y género.
Están
también los factores familiares como el venir de una familia disfuncional, o
deteriorada, con crianza punitiva, haber estado expuestos a comportamientos
violentos dentro de la familia que pueden incidir en la reproducción de
violencia de una generación a otra, y
Factores
comunitarios y sociales, como vivir en zonas de alto riesgo, o violentas, estar
expuesto a la presencia de grupos delincuenciales, por falta de oportunidades
económicas, pero con un programa de intervención en los padres se pueden
generar cambios en el comportamiento de los hijos.
Existen
también factores dinámicos como el abuso de drogas, que puede ser susceptible
al cambio.
Los
jóvenes conforman un grupo de riesgo, ya que se encuentran en una etapa de
desarrollo donde sufren cambios físicos y emocionales, y están en búsqueda de
su propia identidad y, por lo tanto, pueden replicar este comportamiento
violento que han aprendido dentro del ámbito familiar.
En
el caso de las mujeres, éstas en la adultez tienden a ser víctimas de
violencia. El 48% de las mujeres que fueron víctimas de violencia en su niñez,
o fueron golpeadas, sufrieron violencia sexual en la adultez. 29% de las que
vieron a su madre ser golpeada durante su niñez, por su pareja, sufrieron
violencia física en la adultez, y 66% de aquellas que fueron humilladas, o
insultadas en casa constantemente cuando eran niñas, sufrieron de violencia
sexual en su adultez, y solo el 13% de estas no sufrieron violencia en la
adultez.
La
violencia entre pareja, está asociada a una variedad de problemas de salud
mental y da resultados negativos en los niños, y durante su adolescencia causan
ansiedad, depresión y estrés postraumático.
En
cuanto a la deserción escolar las consecuencias de la violencia doméstica, él,
los hijos de estas mujeres víctimas de la violencia es cuatro veces mayor que
aquellas que no son víctimas de violencia en el hogar. Es así que la deserción escolar
es otra consecuencia de la violencia doméstica.
La
teoría del aprendizaje social nos dice que los niños imitan comportamientos y
actitudes de otras personas, por otra parte, la teoría del apego, explica que
la relación inicial de los niños con su cuidador moldea a sus futuros apegos y
relaciones. Existen también los factores de riesgo que pueden aumentar la
propensión a la violencia. Las historias de violencia de pareja, como ya
mencioné, predice esa misma violencia en los hijos posteriormente.
En
el último año, con la emergencia por pandemia del covid 19, que ha tenido
repercusiones económicas y de salud pública, aumentaron los niveles de
violencia familiar. De acuerdo con la ONU, se calcula que las llamadas de
emergencia sobre este tema aumentaron en un 50% durante la pandemia en donde
una de cada tres mujeres es víctima de violencia por su pareja en América
Latina, y de acuerdo con UNICEF, 1 de cada 2 menores de 15 años es sometido a
castigo corporal en el hogar.
La
mayoría de los padres violentos fueron a su vez, niños maltratados, por ello es
muy importante contar con una estrategia de intervención, que priorice la
atención a menores que provienen de familias violentas, para poder actuar desde
edades tempranas, lo cual es clave para romper el ciclo de violencia.
Además
de trabajar con las familias, la escuela se vuelve un ámbito de suma
importancia , para la intervención y prevención de la violencia en edad
temprana , a través de impartir a los niños programas especializados con base
en terapias cognitivo conductuales , y adaptados al curriculum escolar , para
lograrlo este programa de Cure Violence, que se implementó en México como un
programa piloto, junto con la organización social cauce ciudadano , tuvo la
variante de este modelo fue incluir , además de los interruptores de violencia a
los facilitadores comunitarios a cargo de orientar a la comunidad sobre el
acceso a servicios, programas sociales, educativos, de salud, y de atención a
víctimas , sobre todo en casos de violencia intrafamiliar. Como resultado de
esta intervención, en el 64% de los casos intervenidos se logró sostener el
resultado, y modificar la conducta violenta permanentemente.
Finalmente
podemos ver que estos programas tienen un efecto muy positivo en las prácticas
parentales reduciendo los castigos y reforzando prácticas positivas, al
orientar a los padres sobre el tipo de relación que establecen con sus hijos
Lo
ideal sería que pudieran entrar a psicoterapia, sin embargo, mucha gente no
cuenta con los recursos económicos para ello, por lo que estos programas pueden
ayudar a la comunidad, muchas gracias.
Bibliografía:
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Conocer para comprender la violencia: origen, causas y realidad.
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Herrera, M.&
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