En palabras de Erich Fromm, el amar es un arte; un arte que
requiere proveer y dar al objeto de nuestro amor, no significa un sacrificio ya
que al dar sentimos una plenitud en nosotros mismos, al dar manifestamos
nuestro poder, nuestra fuerza y grandeza lo cual nos hace dichosos.
Amar implica un acto de dar más allá de nuestros intereses y
ambiciones, es dar nuestras virtudes, conocimientos y tristezas para que el otro
alcance su plenitud y a su vez nosotros alcancemos la nuestra. Por consecuente amar
implica no solo ocuparnos de nuestro “objeto amado” sino amarnos a nosotros mismos,
amar al mundo y al prójimo.
Por otra parte la adicción refiere a una enfermedad, ya que
implica una necesidad o dependencia hacia una sustancia, actividad o relación debido
al placer que nos produce. La adicción controla e influye nuestros pensamientos
y actos de manera negativa impidiéndonos llevar a cabo nuestra vida de manera
normal y además causando problemas físicos, sociales y emocionales.
¿Entonces, realmente existe la adicción al amor?
Si tomamos en cuenta las definiciones anteriores, la adicción
al amor no existe, ya que si amar es un acto que implica la plenitud propia y
del ser amado y la adicción un comportamiento que causa fatales consecuencias,
el concepto seria completamente contradictorio.

¿Cómo saber si el amor que siento es una dependencia
emocional?
Usualmente las personas que dependen emocionalmente, suelen ser
personas apegadas a otra persona, sea porque se sienten seguras, protegidas, se
divierten u obtienen algún otro beneficio, mientras que a la vez pasan por alto
acciones, sentimientos o tratos que no desean o incluso le producen algún malestar.
Las personas que son dependientes emocionales, suelen usar
frases como: “Sin él o ella no puedo
vivir” “Él o ella lo es todo para mi” “Si
me faltaras, me moriría” “Te necesito para ser feliz” “pégame pero no me dejes”.
Son personas que viven para complacer al otro, para enaltecer sus logros, son
inseguros de sí mismos y por lo regular necesitan que alguien los proteja o los
consienta para no sentirse solos o poco amados.
Por otro lado están los codependientes, en donde existe una vinculación
emocional, no siempre sana, que muestra una clara inmadurez, que imposibilita
una relación saludable con nosotros mismos y la otra persona, el que es
codependiente tiene una necesidad obsesiva de controlar o ser controlado dentro
de la relación, idealiza al ser amado y sus expectativas son irreales.
En ambos casos como dependiente o codependiente existe en la
persona un frágil manejo de sí mismo, de sus emociones y autoestima, al grado
de poner en riesgo su integridad moral y física, con tal de poder satisfacer a
su objeto amado y momentáneamente a si mismo.