Cuando decimos la
palabra abuelito ¿Qué es lo primero que pasa por tu mente?
Seguramente por la construcción
social y cultural de nuestro entorno, la mayoría pensaría en personas con bastón,
encorvados, muy arrugaditos y tiernos; comúnmente
al pensar en personas de la tercera edad no llega a la mente el recuerdo de
nuestros abuelos o personas amables que gustan de compartirnos sus vivencias y
que nos aconsejan.
Sin embargo, ¿Alguna
vez haz pensado que las personas de la
tercera edad tambien están propensas a caer en una adicción?
Aunque suene poco
probable, existe un gran riesgo de que así sea. Primeramente recordemos que la
tercera edad es un proceso de cambios comparable al periodo de la niñez, pero
en sentido contrario, es decir, en lugar de adquirir nuevos conocimientos,
habilidades, fuerza, destreza etc. Todo ocurrirá en sentido contrario, ya que las
capacidades adquiridas tanto mentales y físicas adquiridas durante la vida irán de descenso propiciando así
el decaimiento de las cuestiones emocionales.
Además de la perdida de
habilidades físicas y mentales, debemos tomar en cuenta que la vida de un
anciano también se ve afectada con la perdida de las actividades que ocasiona
la jubilación, aunado al proceso de perdida de amigos, al abandono por parte de
la familia en algunos casos, entre otras. Debemos entender que en esta etapa,
si la persona mayor no tiene un propósito diario, se siente aislado, abandonado,
incomprendido, tiene altas probabilidades de entrar en una depresión, que en
muchos casos puede desembocar en una adicción.
Entre los factores que
propician la farmaco-dependencia en los adultos mayores podemos mencionar: los
prejuicios que existen en contra de los adultos mayores, los factores psicológicos,
biológicos, sociales e incluso sexuales, el trato por parte de la familia,
cualquier tipo de discapacidad, la falta de actividad entre otras.
En estos casos la mayor
parte de las drogas consumidas son los fármacos, pastillas para dormir, el
alcohol y el tabaco, en el caso de este último que es más utilizado como parte
de un ritual que a diferencia del alcohol no le hace perder el sentido de la
realidad.
Por último es necesario
mencionar, que aunque sean personas mayores, debemos tratarlos con respeto y
cariño como cualquier otra persona, en muchos casos ser pacientes y cariñosos,
ya que como mencionamos, los adultos mayores también pasan por una etapa difícil
y necesitan sentirse queridos, apoyados y valorados.
Antes de ignorar o
tratar mal a un adulto mayor seamos conscientes que nuestra ofensa podría causar una depresión o peor a ganar una adicción.